jueves, 16 de mayo de 2013

EL SEÑOR NOS LLAMA DESDE DONDE ESTAMOS (Amos 7:10-15; Marcos 6:7-13; Efesios 1:3-14) Los tres textos bíblicos son referentes al llamamiento que Dios hace a sus escogidos. En ellos podemos ver que unos son llamados desde sus tareas cotidianas, tal el caso de Amós que fue llamado de entre sus ovejas y como recolector de higos silvestres, es decir, desde lo más simple y común de la vida: el campo. Otros somos llamados desde la ciudad, desde nuestras ocupaciones diversas y agobiantes, como en el caso de los discípulos de Jesús. Sin embargo, el apóstol Pablo nos recuerda que todos hemos sido escogidos por Dios desde la creación del mundo. Ahora bien, para Amós no fue fácil responder al llamado, tuvo que pasar situaciones difíciles, ser echado por el sacerdote Amasías de Bet-el por decir la verdad. Hay una tensión entre los profetas, los sacerdotes y los reyes. Pero Amós replica que él no es un profeta profesional ni de ninguna agrupación de profetas, sino que es un siervo del Señor, quien lo ha llamado para proclamar el mensaje de salvación: denunciar la injusticia reinante en Israel y procurar la verdadera justicia. Por otro lado, Pablo nos dice que hemos sido escogidos por Dios a través de Cristo desde antes de la creación del mundo y con ello recibiremos la promesa: la herencia prometida. El Espíritu Santo es la garantía de este llamamiento y su desarrollo. Marcos nos muestra a Jesús recorriendo las aldeas y enseñando. Desde allí llama a sus discípulos y los envía de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros. Les exhorta a no llevar nada, tan solo un bastón y sandalias. Esto es la referencia al carácter breve y transitorio de la Misión. Se depende de la hospitalidad de la gente; aún si no se es bien recibidos es mejor salir y mostrar el rechazo. La misión fue cumplida por los discípulos y las señales eran evidentes, muchos se arrepentían al predicárseles el Evangelio; otros eran liberados de los demonios y otros eran sanados por el poder del Espíritu Santo. En resumen, podemos decir que todos hemos sido llamados para cumplir la misión de proclamar su Palabra, echar espíritu inmundos y sanar enfermos. Ante esto no tenemos excusa para no cumplir la Gran Comisión que Jesús nos ha encomendado. El nos envía cada día y nos provee lo necesario, por eso solo debemos confiar en Él y no tener miedo. Que la lectura de este evangelio nos motive a salir a cumplir la Misión en un mundo que no conoce a Dios y por eso le rechaza. Estimado hermanos y hermanas, hoy más que nunca el mundo necesita ver los milagros que Dios sigue haciendo. Esto solo será posible a través de la acción de Sus escogidos. Vayamos a ese mundo que aún vive en tinieblas para que le conozcan y sean liberados de sus ataduras y temores, para que al final puedan ver la luz admirable de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario