jueves, 16 de mayo de 2013

MAS VALE PREVENIR QUE LAMENTAR (Mateo 25:1-13) Esta parábola está en el contexto de las señales antes del fin del mundo. El Señor Jesucristo nos enseña que la expectativa sobre el reino de los cielos es similar a la actitud de las diez vírgenes. Tres enseñanzas podemos tener de esta ilustración, que nos pueden ayudar a revisar también nuestra actitud acerca de la venida del Señor. La primera, nada se puede obtener de la noche a la mañana, sin tener que hacer algún esfuerzo; la segunda, hay ciertas cosas que no se pueden prestar, son de uso personal; la tercera, la venida del Señor ocurrirá en cualquier momento, para ello no hay día y hora. Sobre el primer asunto, podemos decir que muchas veces nosotros asumimos el reino de Dios de la misma manera que las diez vírgenes salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas son prudentes porque tuvieron la precaución de llevar sus lámparas con aceite; mientras que las otras cinco fueron insensatas al no llevar consigo aceite para sus lámparas. Hoy en día casi un 50% de personas son como estas cinco vírgenes previsoras y otro 50% se asemejan a las otras cinco vírgenes insensatas. En la vida diaria podemos comprobar que hay personas que son provisores, que tienen todo preparado, hacen cálculos a corto, mediano y largo plazo; guardan pan para mayo, como dice el refrán; viven en función a un proyecto de vida; nada sucede al azar, hay un rubro llamado “imprevistos” para afrontar cualquier emergencia. Son personas disciplinadas, metódicas en su forma de ser. Con respecto a la vida cristiana también sucede lo mismo, algunos aseguran su futuro poniéndolo en las manos del Señor y esto por la sola fe, cual lema de la Reforma. Para estas personas previsoras, nada queda para última hora. Llevan su aceite consigo para sus lámparas. Sólo ellas podrán entrar a la fiesta de bodas, mejor dicho, al reino de los cielos. Todo lo contrario observamos con aquellas personas que todo lo dejan para el último momento. No hacen cálculos para el mañana; todo se despilfarra hoy y no se ahorra para el futuro; se espera obtener algo en forma improvisada, de la noche a la mañana, sin ningún esfuerzo personal. Con respecto a su vida cristiana, ésta depende de las circunstancias, se vive la fe como viene la vida; Dios no está en la vida cotidiana, sólo se acuerdan de él en los momentos difíciles o trágicos. Es tanta la confianza en sí mismos, que no llevan su aceite para sus lámparas. Lamentablemente no podrán ingresar a la fiesta de bodas, se quedarán fuera del reino de los cielos. ¡Cuántos se quedan postergados o pierden la oportunidad de ser una persona importante en la vida y lograr con ello un bienestar! La improvisación mata el futuro. Con respecto al segundo asunto, podemos decir, que hay cosas que no se pueden prestar. Así como el aceite para la lámpara, hay cosas que son propias: la inteligencia, la vida, la salud, el éxito, las ilusiones, y en forma especial, la fe en Dios. Todas estas cosas son fundamentales para cada persona y tienen que forjarse por sí mismas. Nadie puede prestarme su inteligencia para ser sabio; nadie puede ser sano por mí; el éxito de otro no me sirve; las ilusiones ajenas no satisfacen las mías; la fe del justo no vale para mi salvación, ya que ésta es personal y se forja en la experiencia cotidiana con el Señor. Por lo tanto, no se puede vivir en forma eficaz con cosas prestadas. En cuanto al tercer punto, la venida del Señor, nadie sabe el día y la hora cuando el Señor vendrá, de ahí que es muy importante estar atento a su llegada y preparados para recibirle, hay que prever el futuro, velad en todo momento. Mejor dicho, hay que vivir la vida como si el Señor viniera hoy, y no esperar el último momento para poner nuestras vidas en orden, porque podemos quedarnos afuera, así como las vírgenes insensatas. ¿Quieres poner tu vida en orden ahora? ¿Quieres entregar tu vida al Señor? ¡Hoy es el día! No dejes pasar esta gran oportunidad para mañana. ¡Prepárate ahora!. Que el Señor bendiga a todos los que hacen su decisión de seguirle. Amén.

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