jueves, 16 de mayo de 2013

No callemos, hablemos de Cristo Jer 26.8–15 INTRODUCCIÓN: En días pasados, en mi perfil público de Facebook, dejé una nota con una cita del Dr. Martín Luther King, quien dijo:”Al final, no nos acordaremos tanto de las palabras de nuestros enemigos, sino de los silencios de nuestros amigos”. La frase del líder social estadounidense provocó comentarios, la mayoría estuvo de acuerdo, pero sirvió también para que algunos exteriorizaran sus puntos de vista sobre el silencio de los amigos en tiempos difíciles. El tema de la amistad y del silencio prudente, por lo general acapara la atención y genera no pocas disputas, porque cada uno tiene su opinión acerca de este punto y los creyentes no somos nada distintos, en cuanto a este asunto, al común de la gente. No falta en nuestras iglesias hermanos que hablan demasiado, los hispanos somos bastante habladores, por lo general damos muchas vueltas antes de llegar al punto, lo malo es que, en algunos casos, invertimos tiempo en hablar sobre temas sin interés y callamos en lo que debe ser el adorno de la lengua de un cristiano: Hablar de Jesucristo, de su Evangelio, de las promesas que hay en la Palabra de Dios. El texto del mensaje de hoy, tomado del libro del profeta Jeremías 26: 8-15, del cual aprendemos que en todos los tiempos, sean buenos o malos, los creyentes no podemos callar el mensaje de Dios, sobre todo, como pasó con Jeremías, cuando Dios lo manda: "Así ha dicho Dios: ’Ponte de pie… habla todas las palabras que te he mandado que hables, a todos... No omitas ni una sola palabra;" (Jeremías 26:2) Al comparar este mandato dado a Jeremías con la Gran Comisión en los evangelios de Mateo, el Señor instruye a los discípulos a hacer discípulos; en Marcos los envía a ir por todo el mundo a predicar, en Juan 20:21, dice que, Como el Padre lo envió, así también él también envía. No existe una mejor forma de explicar esto que diciendo que, de la misma manera en que Jeremías y los discípulos recibieron el mandato de dar el mensaje de Dios, la Iglesia, todos los creyentes, tenemos la misma orden de anunciar la Palabra de Dios en todas partes, en todo tiempo, a todas las personas, con la misma advertencia dada a Jeremías: “No reduzcas, no suavices, no cambies, no omitas ni una sola palabra”. No hay duda de que los creyentes: No debemos callar, debemos hablar de Cristo. 1. HABLEMOS DE CRISTO SIN MIEDO. Jer.26:8-11 ¿Cuáles fueron las consecuencias que sufrió Jeremías por hablar, todo el mensaje que Dios le ordenó sin: “Reducir, suavizar, cambiar ni omitir ni una sola palabra”. 8 Sucedió que cuando Jeremías terminó de decir todo lo que el Señor le había mandado que hablase a todo el pueblo, (1) Lo apresaron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, diciendo: "Irremisiblemente morirás. 9 ¿Por qué has profetizado en nombre del Señor, diciendo: ’Este templo será como Silo, y esta ciudad será destruida hasta no quedar habitante en ella’?" (2) Y todo el pueblo se congregó contra Jeremías en la casa del Señor. 10 Cuando los magistrados de Judá oyeron estas cosas, subieron de la casa del rey a la casa del Señor y se sentaron a la entrada de la puerta Nueva de la casa del Señor. (3) 11 Entonces los sacerdotes y los profetas hablaron a los magistrados y a todo el pueblo, diciendo: —¡Este hombre merece la pena de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como ustedes lo han escuchado con sus propios oídos! ¿Qué molestó tanto, al punto de querer matar a Jeremías, a los que escucharon el mensaje dado por Dios al profeta? Necesitamos volver a los versículos anteriores del mismo capítulo, para obtener la respuesta. Dios dijo al Profeta: 26 4 Les dirás que así ha dicho Dios: ’Si no me escuchan para andar en mi ley, la cual he puesto delante de ustedes, 5 ni escuchan las palabras de mis siervos los profetas que persistentemente les he enviado (a los cuales no han escuchado), 6 entonces haré a este templo como hice al de Silo y expondré esta ciudad como una maldición ante todas las naciones de la tierra.’ " Jeremías habló sin tapujos la Palabra de Dios y la reacción de ellos fue el rechazo, y se fueron contra el mensajero divino a quien arrestaron, cercaron y condenaron a muerte. ¿Cuál es la actitud de algunos sobre predicar la Palabra de Dios? Algunos hablamos todos los temas, pero la Palabra de Dios está lejos de nuestra boca, porque está lejos de nuestro corazón. Otros, allí vemos las sectas y las falsas doctrinas, qué hacen: “Reducen, suavizan, cambian y omiten la Palabra de Dios”. No falta quienes omitan las advertencias de la ley que lleva al conocimiento del pecado y de la muerte, suavizan la predicación, mutilando de esta manera el mensaje divino. Pero es necesario decir también que nosotros los creyentes, también necesitamos la Ley e igual algunas veces la ignoramos, creemos que por ser parte de la Iglesia, “Tenemos a Dios agarrado por las barbas”. He escuchado decir a creyentes que no predican porque la gente los rechaza, o tienen miedo de hacerlo. Jeremías no pensó de esa manera, actuó como Dios le dijo y: “8 … terminó de decir todo lo que el Señor le había mandado que hablase a todo el pueblo”. ¿Cuál es la respuesta de las personas al mensaje claro de Ley? Hay quienes sienten dolor por haber ofendido a Dios, son convencidos, no por nosotros, sino por la Palabra de “justicia, pecado y juicio”, se arrepienten y, por medio de Cristo, son perdonados y salvados. Aunque también hoy, igual que el pueblo y los líderes que confrontó Jeremías, personas rechazan el mensaje del Señor, trayendo sobre ellos la condena de Dios. Pero en ningún caso, bajo cualquier pretexto, debemos callar o temer, porque “Si Dios es con nosotros, quién contra nosotros”. Esto nos lleva al segundo punto del mensaje de este día: 2. NO TEMEMOS PORQUE CONFIAMOS EN DIOS. Jer. 26: 12-15. La base de la confianza de Jeremías fue que Dios le ordenó dar su mensaje a la nación: 12 Entonces Jeremías habló a todos los magistrados y a todo el pueblo, diciendo: —Dios, el Señor, me ha enviado para profetizar contra este templo y contra esta ciudad todas las palabras que han escuchado. Nosotros también debemos recordar que Cristo, al dar la Gran Comisión dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en cielo y tierra”, “Como el Padre me envió, yo los envío” En la Iglesia de Cristo no predicamos nuestro mensaje ni nuestras palabras. Predicamos la Palabra de Dios y esa Palabra que hizo la obra en nosotros, también es poderosa para actuar en la vida de quienes la escuchan. La pelea del mundo y de la gente que rechaza el mensaje no es contra nuestra, el rechazo y el pleito lo tienen es con Dios, nosotros somos mensajeros del Señor y Él nos ha dado, por Su Palabra, este mensaje. Si desean pelear, que lo hagan con el Señor, no con nosotros. La confianza de Jeremías estuvo centrada en un mensaje que no solo condena, también hubo y hay para el pueblo buenas noticias: 13 Ahora pues, corrijan sus caminos y sus obras, y escuchen la voz del Señor su Dios, y el Señor desistirá del mal que ha hablado contra ustedes. Jeremías, de parte de Dios, había expuesto el mensaje que condena, pero también, en nombre del Señor, presentó una opción, mostrando a un Dios de misericordia, de piedad, listo para conceder el perdón al pecador arrepentido, que encuentra en Cristo la gracia y el consuelo para su alma atormentada. No hay ninguna diferencia con el mensaje que anunciamos, en la dulzura del evangelio, presentamos a Dios que entregó a su Hijo para que diera su vida por todo el mundo. La muerte de Cristo es anticipada en este texto de Jeremías 26: 14 Y en lo que a mí respecta, he aquí estoy en sus manos: Hagan de mí como mejor y más recto les parezca. 15 Pero sepan con certeza que si me matan, echarán sangre inocente sobre ustedes, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes. Cristo fue juzgado, condenado y crucificado en manos de pecadores. Jesús fue inocente, no hubo en él pecado ni engaño en su boca. Su sangre fue derramada, para limpiar el pecado de toda la humanidad, nuestros pecados, los pecados de quienes aún no han confesado su nombre. Nuestro anuncio del evangelio está basado en el amor de Dios y, el amor de Dios, echa, derrota, pone fuera el temor, esa es la clave de nuestra confianza y por eso podemos repetir con Jeremías: 15 .. Porque en verdad el Señor me ha enviado para decir todas estas palabras para que ustedes las escuchen. Cuando actuamos en el marco de Dios, Dios es fiel y justo para cuidarnos. ¿Qué pasó con Jeremías? "Pero la mano de Ajicam hijo de Safán estaba con Jeremías, para que no lo entregasen en mano del pueblo para matarlo." (Jeremías 26:24). ¿Qué pasará con nosotros? La mano de Dios estará con nosotros y pondrá palabras en nuestras bocas y vendrá en nuestro auxilio en todas las tribulaciones. CONCLUSIÓN Hermanos nuestras vidas no están en manos de quienes son nuestros enemigos por la predicación del evangelio. Tampoco están en manos de nuestros amigos. Nuestras vidas están en manos del Señor y Él tiene cuidado de nosotros y sabrá librarnos aquí y hasta la eternidad. No hay razón para callar. Es todo lo contrario, tenemos muchas razones para hablar, hablar de Cristo, de su gracia, de su misericordia y de su deseo de darnos paz. Así que hablemos, hablemos de Cristo y de la potencia de su evangelio para que el mundo sea salvo, como hemos sido salvados nosotros. Amén.

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