jueves, 16 de mayo de 2013

JUVENTUD: CONTINGENTE DE ESPERANZA (Josué 1:1-9) Este texto bíblico ha sido tomado mucha veces como una arenga a la juventud y se le ha exhortado a seguir adelante y cumplir la tarea en el nombre del Señor. En esta oportunidad quisiera reflexionar acerca del sentido de ser joven y ser esperanza de un nuevo proyecto de vida. Para ello voy a enfocar la reflexión en tres niveles: la esperanza como algo inherente en el ser humano; ¿qué es lo que anula nuestra esperanza?; y el gran salto existencial. a) La esperanza como algo inherente en el ser humano.- Toda persona al nacer lleva consigo en su ser un nivel de esperanza y ésta se va desarrollando en la medida que va avanzando el crecimiento biológico y existencial. Por ejemplo, el bebé, representa el inicio de toda esperanza y está se dará en la posibilidad de seguir viviendo mucho tiempo; la juventud, representa la potencialidad de la esperanza y las ganas locas de sobrevivir ante los avatares de la vida; la adultez, es la esperanza en su plena dimensión y que sigue sobreviviendo en busca de la plenitud de la vida; la muerte, lleva consigo la resurrección como esperanza de una vida más allá de lo terrenal y en la realización de una vida eterna ante la presencia de Dios. Es pues la esperanza una actitud innata del ser humano en busca de algo y mientras viva va en busca de aquello. Esta esperanza está ligada a la confianza y a la espera, es el tiempo de la espera ansiosa y paciente de algo nuevo. De ahí que la esperanza se geste desde el comienzo de la vida hasta el futuro de la misma. Tener esperanza y procurar un futuro feliz son señales de que todo está en regla, que el camino a recorrer en este mundo no es en vano. Por eso los seres humanos somos en este mundo como peregrinos que van gestando una esperanza y un futuro mejor. Dios en su infinita sabiduría creó al ser humano con esta capacidad de engendrar una esperanza, anhelar algo nuevo, gestar un futuro diferente. Es siempre Dios el que alienta al ser humano a transitar por esta experiencia. En el caso de Josué, el Señor le exhorta a obedecer su Palabra y le promete que su camino será prosperado y todo le saldrá bien. No debe tener miedo del futuro porque el Él irá acompañando el proceso. En otras palabras, Dios le estaba diciendo a Josué: camina, no temas ni desmayes, ten esperanza y confianza en mí, yo estaré contigo siempre. Hoy también esta arenga es válida para nosotros. b) ¿Qué es lo que anula nuestra esperanza?.- Esta pregunta nos lleva a revisar con cuidado cuáles son aquellos factores que anulan toda esperanza. Especialmente entre la juventud. Si damos una revisada rápida a los mismos podemos encontrar algunos de ellos, como por ejemplo: miedo, frustración, pobreza, dolor, marginación, engaños, dudas, poca fe, soledad, indiferencia, caos, quiebra, violación sexual, traición, violación de los derechos humanos, falta de credibilidad en al sociedad adulta, imposición de valores culturales, trabas para lograr los objetivos, etc. Todos estos factores se multiplican en la medida en que no haya nadie que indique un nuevo camino a seguir, a salir de la desesperanza. En el diario vivir uno puede ver a tantos jóvenes subsumidos en la desesperación y la desesperanza, no pueden ver más allá de su horizonte, pareciera que todo se acaba y no hay nada nuevo; están al borde del suicidio existencial. Esta generación y las que vienen tendrán que luchar duro si es que quieren salir del hoyo. ¿Cuál es la alternativa? c) El gran salto existencial.- Gestar esperanza es sobreponerse a la realidad trágica en que se vive y tener una nueva actitud frente a ella. Es dar el gran salto existencial a lo nuevo. Es la aventura de la fe. El texto bíblico sobre Josué nos invita a reflexionar lo siguiente: Es Josué quien está frente a la Tierra Prometida por Dios donde fluye leche y miel, es la realización de la Promesa. Es la esperanza hecha realidad. Ahora se apresta a cruzar el otro lado del río Jordán junto con su pueblo. Pero para realizar esta empresa Josué no está solo y no puede poner excusas de que no está preparado. Moisés lo preparó a lo largo del desierto para esta tarea. Dios mismo lo anima a tener una nueva actitud: esforzarse y ser valiente. Es la hora de tomar decisiones y conquistar el futuro. A esta altura del camino no puede haber duda alguna. Josué está debidamente preparado y entrenado, más aún tenía la compañía de Dios. ¿Qué es lo que le correspondía realizar a Josué? Sin duda que empezar a caminar y avanzar hasta lograr el objetivo establecido, en este caso, la conquista de la Tierra Prometida. Josué debía tener fe y tener esperanza en que Dios no le iba a fallar. Es esta fe la que dinamiza la esperanza. Este ejemplo es válido para muchos jóvenes de hoy que están en la búsqueda de algo nuevo y mejor. También es válido para aquellos que siguen preguntándose si son la esperanza del presente o del futuro. Es preciso que salgan de esa duda existencial y emprendan la conquista de su propio futuro. Sobre este asunto sería bueno reflexionar lo siguiente: todo joven es la esperanza presente y futura. Todo futuro se gesta en el presente. Además, el joven de hoy no está abandonado, posee una serie de herramientas útiles para la vida, está preparado y capacitado para enfrentar los avatares de la misma. Es cuestión de animarse a dar el gran asalto existencial y confiar en que Dios estará presente en todos los planes que se proponga (Jer. 29:11). Josué se animó a obedecer a Dios y triunfó. Después de esta reflexión debemos estar conscientes de que la esperanza es algo innato que Dios ha puesto en nuestras vidas y es cuestión de dinamizarla poniendo nuestra fe en Él y confiar en nosotros mismos también. Si somos jóvenes tenemos la gran oportunidad de hacerla operativa y a conquistar el mundo ahora. Que el Señor nos siga animando a tener más fe y emprender con confianza nuestros proyectos. Amén.

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