jueves, 9 de mayo de 2013

“Este es el día del Señor, nos gozaremos y nos alegraremos en Él.” El Cuerpo de Cristo (La Iglesia) se ha encargado de internar e integrar esta expresión a los tres maravillosos días donde la intervención salvífica se ha expresado con fuerza y determinación. El “Passover” (liberación del pueblo de Dios del Faraón en Egipto hasta la tierra que fluye leche y miel Palestina). El Retorno del pueblo de Dios en el Exilio Babilónico y la restauración del Templo de Jerusalén con vasos sagrados que habían sido robados y el Gran evento la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Es para estas tres importantes fechas que acunamos el Salmo 18: 26. Liberación, Retorno y Resurrección, eventos salvíficos donde el “Kairos” (tiempo eterno de Dios se injerta en la historia del hombre) con propósitos salvíficos. Eventos salvíficos, eventos de amor. Porque no hay “Passover” (liberación de esclavitud) sin amor. No hay evento del Retorno sin amor ni tampoco hay Resurrección sin el amor de los amores. Que es como decir que no hay Resurrección sin Cruz. Aquel árbol de cruz, árbol seco, sin hojas, savia y sin raíces se convirtió en el decir del Maestro Domingo Marrero: “En un lirio sobre la cruz.” La Resurrección es el Gran evento de Dios para toda la humanidad. Es el canto de victoria para todos los hombres y mujeres del mundo. ¡No está aquí ha resucitado! Es la más hermosa revelación del Padre. La piedra del sepulcro y de la muerte ha sido removida por el “shamah,” El Dios que está aquí. Ya no hay que pensar más en Cristos muertos. La voz que María escuchaba no era del hortelano. Era la voz del Maestro resucitado “Raboni.” Es por eso que la puerta donde los discípulos se escondían de miedo se abrió por la fuerza de Dios. Por eso proclamaron al Dios de la vida. Las dudas que Tomás rumía se tornaron en clamor de alegría y admiración. Mejor confesamos al Señor. No hay que meter los dedos ni las manos en el costado de Jesús para verificar, con solo escucharte me basta: ¡Oh Señor mío y Dios mío! ¡qué confesión! “Este es el día del Señor. No hay que desesperarse como el ciego Bartimeo que gritaba: “Oh Jesús de Nazaret ten misericordia de mí. Es el día de saltar con la fuerza de la fe y ponerse a caminar con el Señor que nos dice en medio de nuestro entorno, sea cual sea: ¡Paz a vosotros! Porque la resurrección es el triunfo de un camino trazado por Jesús de Nazaret, el Dios-Hombre. Es el lanzarse por el camino prodigando amor, dando del amor que Dios nos da. Es por eso que el verso bíblico dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito para que todo aquel que cree, no se pierda mas tenga vida eterna”. (Juan 3:16) Un día en la historia el Amor se tiró a Las arenas inhóspitas de Jerusalén, a la intemperie donde reina la mala fe, la mentira, envidia, calumnia, odio, como también la ignorancia e incomprensión. El amor y la fe, parecían haber encontrado la muerte. No se trataba de un héroe que se resigna a morir por un ideal con actitud estoica. Se trataba de la gran prueba de Dios. El Amor es vida, ella misma tiene la fuerza para vencer la muerte. Al tercer día la semilla brotó, el Árbol Seco reverdeció para decirle a la humanidad: “Oh ¿Dónde está o muerte tu aguijón o dónde está sepulcro tu victoria?” La misma semilla genera fuerza para la vida. Dios es un Dios vivo y no es un Dios de muertos sino de vivos. El itinerario de Dios es la vida. Solo el itinerario del hombre se ha tornado en muerte. Trabajamos para la muerte. En el año 1939, Francia y Gran Bretaña le declararon la guerra a la Alemania. (segunda guerra mundial) En 1950 vino el conflicto de Corea. Más tarde Vietnam, el Conflicto del Golfo. Esta semana pasada de oyeron voces de guerra de Corea nuevamente. Este ha sido el conflicto menos pacífico de la humanidad. The Washington Post, artículo que leyera hace más de veinte años decía que desde 1995 se habían librado 160 guerras en el globo terráqueo (muertos siete millones de combatientes y treinta 30 millones de civiles. A todo estos los crímenes, la guerra contra las drogas. John K. Galait, en su libro: La Cultura de la satisfacción dice: “El tráfico de drogas, los tiroteos indiscriminados y otros delitos, así como la desorientación y desintegración de la familia son ya elementos de la existencia cotidiana”. El mundo necesita una brújula. El Profeta de Dios seguirá diciendo: Lo que necesita la humanidad es al Cristo que se dio en la Cruz para afirmar la única verdad que, aunque vulnerable sea, sigue siendo la fuerza maravillosa de Dios, lo único que verdaderamente resucita y resucitará a la humanidad capaz de convertir el siglo más violento en el más hermoso solo con un gesto de amor. La piedra ha sido removida. ¡Cristo ha resucitado! Cristo nos invita a ir a Galilea. Ya Él se ha adelantado. Él es brújula en nuestro camino. El Amor es la fuerza, La energía, el combustible, la chispa de la vida. Hay que impregnarnos de la fuerza del Amor. Dios tiene la clave. Refléjate en Dios. Dios es amor. La fe nos lleva a dejar que Dios viva en nosotros. Somos nuevas criaturas en Cristo. Las cosas viejas pasaron. Él hace nuevas todas las cosas en ti cada día. Vivamos a Cristo en todo tiempo y que de tu interior salga siempre Su palabra amorosa.

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